La gran inundación de París en 1910
La gran inundación de París, un verdadero caos a principios del siglo XX
Torre Eiffel, inundación de París en 1910. BHVP, G. Leyris
Quedaban menos de diez minutos para las once de la mañana del día 21 de Enero de 1910 cuando la mayor parte de los relojes públicos de París se detuvieron simultáneamente, con exactitud militar. El Sena había inundado la central eléctrica que suministraba la energía a los relojes y los parisinos comenzaron a darse cuenta que la crecida del Sena pasaba de ser un inofensivo espectáculo a una grave amenaza para la ciudad mas civilizada de Europa. La gran inundación de París en 1910.
El exuberante puente de Alejandro III, el mas largo de París. BHVP, G. Leyris
Un oso se escapa del zoo de París e intenta salir del Sena. BHVP, Roger Viollet
El agua no para de subir mientras el gentío observa desde el Puente del Alma. BHVP, Roger Viollet
Multitud de personas reunidas en los puentes y terraplenes contemplan en silencio como el río arrastra muebles, barriles, cadáveres de animales, barcazas y restos de lo destrozado a su paso en una loca carrera hacia el mar.
Rue Jean Goujon.BHVP, Roger Viollet
Uno de los dos no se quiere mojar, Rue Bonaparte. BHVP, Roger Viollet
Un día mas tarde el Sena empieza a ocupar el centro de París y el caos se desata. Los parisinos marchan a trabajar como un día cualquiera, ignorantes de lo que iba a suceder horas después. Al regresar al atardecer a sus hogares se encontraron con las aguas por unas calles sin luz y muchas casas inaccesibles inundadas por el Sena.
Un improvisado puente en la avenida Ledru-Rollin. BHVP, G. Leyris
Hotel de Venise Asnieres. Hauts de Seine. Maurie Brauger y Roger Viollet
Colapso de la bóveda de una alcantarilla en Boulevard Haussman. BHVP, G. Leyris
La gran inundación de París fue una verdadera catástrofe, el río Sena, desbordado por las aguas de sus afluentes tras tremendas lluvias invernales, inunda París y varias de las comunidades cercanas. Aunque el Sena no desbordó sus orillas dentro de la ciudad, inundó París a través de túneles, desagües y alcantarillas. En las afueras el río se elevó por encima de sus orillas e inundó campos y aldeas.
Boulevard Haussmann. BHVP, G. Leyris
Rue Git le Coeur. BHVP, Roger Viollet
Rue de Seine. Albert Chevojon y Roger Viollet
Durante un tiempo París parecía una segunda Venecia: bulevares famosos convertidos en canales y los barcos utilizados como medio de transporte preferido. Cientos de calles y la cuarta parte de los edificios de París se inundaron. Durante esa semana miles de parisinos tuvieron que ser evacuados de sus hogares a medida que el agua inundaba las calles y se infiltraba en los edificios causando el cierre de la mayor parte de las infraestructuras de París.
Interior de la estación Quai de Orsay Paris-Orleans. BHVP, G. Leyris
Estación des Invalides. Maurice Branger y Roger Viollet
Empleados de limpieza tirando la basura al río desde el puente de Tolbiac. BHVP, Roger Viollet
A medida que las plantas de purificación y vertederos de Saint-Ouen, Issy-les-Moulineaux y Vitry se vuelven inaccesibles, los parisinos empiezan a tirar la basura en el Sena, desde el Puente de Tolbiac.
Rue de Lyon. BHVP, Roger Viollet
Cruzando las calles en una barca improvisada. BHVP, G. Leyris
Transbordo Quai de Passy. BHVP, G. Leyris
El cuerpo de bomberos de París auxilia a los aislados por la inundación. BHVP, G. Leyris
Policías, soldados y bomberos cooperan para rescatar a los vecinos bloqueados en sus casas y distribuyendo ayuda.
Rue Saint-Dominique. BHVP, Roger Viollet
Miembros de la alta sociedad parisina atraviesan la avenida Montaigne. BHVP, Roger Viollet
La estación de metro de Caumartin era intransitable, totalmente inundada por las aguas. Albert Harlingue y Roger Viollet
Auxiliando a las damnificados de la inundación. Albert Harlingue y Roger Viollet
Comida para damnificados en el seminario de San Sulpicio. BHVP, Roger Viollet
Repartiendo el pan durante las inundaciones. BHVP, G. Leyris
Cocina popular en el distrito 15. Maurice Branger y Roger Viollet
Repartiendo provisiones. BHVP, Roger Viollet
Los parisinos utilizaban para su desplazamiento barcas improvisadas y pasarelas de madera construidas por personal del ayuntamiento y por los propios ciudadanos. También se organizaron servicios de reparto de provisiones y necesidades básicas por las autoridades y por los comerciantes mas osados.
Ferrocarril circulando por vías inundadas. BHVP, G. Leyris
Máximos de inundación en el puente de Saint Louis. BHVP, G. Leyris
Muelle de Asnieres, Villeneuve la Garenne. Maurice Branger y Roger Viollet
Pasarelas en Rue du Bac, inundación de París en 1910. Maurice Branger y Roger Viollet
El día 28 de Enero el agua alcanza su altura máxima hasta los 8,62 metros (unos 20 metros sobre su nivel normal) y a partir de allí empieza a bajar. Al día siguiente, sábado 29 de enero, París se despierta con una preciosa mañana de sol brillante y comienza el final de la pesadilla.
Bloques de madera en la calle Jacob. BHVP, Roger Viollet
Carro de aprovisionamiento atascado en la calle. BHVP, Roger Viollet
Vaciando el agua de la inundación en los sótanos del ayuntamiento. BHVP, G. Leyris
Multitudes acuden en masa a los barrios anegados por el Sena para contemplar con cierta morbosidad el alcance de la destrucción. Soldados montaban guardia en puntos escogidos y se repartía bebida y vino caliente a los ciudadanos.
Limpieza de calles y fachadas. Grands Augustins. Maurice Branger y Roger Viollet»
Limpieza de lodo y suciedades en fachadas y aceras. Maurice Branger y Roger Viollet
Medio París en las calles donde el agua amontonó tablas, tuberías, cables y desechos en una maraña de escombros y suciedades. Muchos colaboran en la limpieza y otros miran con incredulidad el espectáculo. Las inundaciones provocaron unas daños estimados en 400 millones de francos, unos 1.500 millones de euros al cambio actual. Las aguas cubrieron París durante una semana y no fue hasta 35 días después cuando desaparece por completo.
Cocina en rue Felicien David. Maurice Branger y Roger Viollet
Los parisinos sortearon los inconvenientes con ingenio y paciencia. Los hogares contaban con reserva suficiente de carbón para cocina y calefacción y el transporte pudo suplirse con barcas y miles de caballos que fueron puestos en servicio. Si la inundación se produjera hoy los daños serían mucho más elevados por nuestra alta dependencia de servicios centralizados y la escasa independencia energética.
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